Por: LA CASA DEL SABER.
A los 93 años, escribió un cheque que borró la deuda de miles de futuros médicos — y cambió la medicina para siempre.
En febrero de 2024, Ruth Gottesman entró al Albert Einstein College of Medicine, en el Bronx, con una decisión que transformaría incontables vidas.
Su esposo, David Gottesman, había fallecido el año anterior.
Era un viejo amigo y socio de inversiones de Warren Buffett, un hombre que había acumulado una fortuna extraordinaria gracias a décadas de paciencia y disciplina.
Antes de morir, David dejó a Ruth una elección.
No dejó instrucciones ni condiciones, solo un regalo: acciones de Berkshire Hathaway valoradas en casi mil millones de dólares, y una sencilla petición:
“Haz lo que creas correcto.”
Ruth había dedicado toda su vida a la educación.
Durante más de cincuenta años, fue profesora en Einstein, donde estudió los trastornos del aprendizaje, formó a clínicos y vio, una y otra vez, cómo estudiantes brillantes se quebraban bajo el peso de deudas abrumadoras.
El médico promedio en Estados Unidos se gradúa debiendo más de 200 000 dólares.
Muchos no pueden permitirse trabajar en pediatría o en comunidades necesitadas, porque necesitan salarios altos para pagar sus préstamos.
El sistema estaba rompiendo a las mismas personas de las que más dependía la salud pública.
Ruth Gottesman vio el problema con claridad.
Y a los 93 años, decidió resolverlo.
Hizo una donación de casi mil millones de dólares al Albert Einstein College of Medicine, con un propósito revolucionario:
eliminar por completo las matrículas para todos los estudiantes de medicina — presentes y futuros — para siempre.
No eran becas parciales.
No eran ayudas basadas en necesidad económica.
Era gratuito. Para todos. Para siempre.
El anuncio se hizo en febrero.
Los estudiantes —adultos acostumbrados a pensar en décadas de pagos— rompieron a llorar.
Los padres, al conectarse por videollamada, sollozaban de alegría.
El auditorio estalló en una ola de gratitud e incredulidad.
Porque Ruth Gottesman no solo borró cifras de un balance.
Borró barreras.
Les dio a los futuros médicos la libertad de elegir la medicina de urgencias sobre la dermatología,
de trabajar en el Bronx en lugar de Manhattan,
de atender a pacientes en vez de pagar a acreedores.
El Albert Einstein College of Medicine acoge una de las poblaciones estudiantiles más diversas de toda la medicina estadounidense.
Más del 60 % son mujeres, casi la mitad proviene de minorías subrepresentadas,
y muchos son los primeros de su familia en convertirse en médicos.
El donativo de Ruth asegura que no sea el saldo bancario el que determine quién puede salvar vidas, sino el talento.
Ella no hizo su donación para ver edificios con su nombre.
No quiso estatuas ni ceremonias.
Cuando le preguntaron por qué, simplemente respondió:
“Quise devolverle algo a la comunidad y a la institución que fueron mi hogar.”
A los 93 años, Ruth Gottesman demostró algo que a menudo olvidamos:
nunca es demasiado tarde para cambiar el mundo.
La verdadera riqueza no se mide por lo que se guarda, sino por lo que se comparte.
Y el legado más poderoso no está esculpido en mármol,
sino grabado en las vidas de personas que quizás nunca conoceremos —
vidas que salvarán otras vidas gracias a que alguien creyó que merecían una oportunidad.
Ruth Gottesman no donó solo dinero.
Donó posibilidad.
Donó libertad.
Donó esperanza.
Y por eso, miles de futuros médicos — y millones de futuros pacientes — estarán mejor gracias a ella. ![]()






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