Por: THE RHINO ORPHANAGE.
Tenía solo ocho meses cuando el mundo se le rompió. Davi, un rinoceronte bebé, perdió a su madre a manos de cazadores furtivos. La mataron por sus cuernos. Y es probable que él lo haya visto todo. ![]()
![]()
![]()
Se suponía que estaría con ella tres años, amamantando, aprendiendo, creciendo bajo su sombra. Pero en cambio, lloró solo toda una noche.

Los guardabosques lo encontraron, y lo llevaron a The Rhino Orphanage, en Sudáfrica. Para protegerlo del ruido y el miedo, le pusieron tapones en los oídos y vendaron sus ojos.
“No tiene más lesiones que un corazón roto”, dijeron sus cuidadores.
Durante seis días, rechazó la leche. Se acurrucaba en un rincón. Llamaba a su madre. Y el eco de su llanto llenaba el santuario.
Pero el amor insistió. Voces suaves, manos pacientes, presencia constante. Y un día, Davi bebió de la botella. Los cuidadores lloraron de alivio.
Luego conoció a Lolli y Lotti, dos rinocerontes huérfanos como él. Y aunque aún llora a veces, ya no está solo. Ya no está perdido.
Porque hay animales que nacen en peligro, pero también hay humanos que los esperan con ternura. Y hay vínculos que no necesitan palabras, solo compañía.
Davi no olvidará a su madre. Pero ahora tiene amigos. Tiene cuidado. Tiene futuro. Y cada vez que se acurruca junto a Lolli y Lotti, el mundo se vuelve un poco menos cruel. ![]()
![]()






Deja un comentario