Por: GILBERTO GONZÁLEZ HERNÁNDEZ.

«¿Cómo podemos llamarlo bueno cuando todo se siente tan roto? «

Últimamente en estas semanas, hemos abrazado gente quebrantada, personas muy amadas que están atravesando el valle de las lágrimas.

Leemos en su Palabra, como fue su ultima semana en la vida de nuestro Señor Jesús que sostuvo la mayor amplitud de las emociones humanas – la semana de su crucifixión y de su resurrección.

Pensemos en María.

Era la mañana de la resurrección, pero Maria, no lo sabía todavía.

Ella se quedó fuera de la tumba vacía, llorando. Estaba confundida, abatida, desesperada. Cuando los ángeles le preguntaron por qué estaba llorando, ella dijo que era porque alguien se había llevado el cuerpo de Jesús.

Algunos momentos después, Maria se dio la vuelta… “Y allí estaba Jesús”

Él dijo su nombre: «María”

.- Alegría y creencia irrumpieron en la historia. Pero no puedes olvidar esto: su dolor fue primero.

Sus lágrimas empañaban su vista, pero sus oídos escucharon la voz irreconocible de su Señor. (Tal vez igualmente tú como Maria, no lo ves, no lo sientes, pero puedes afinar tu oído para escucharlo)

Han pasado miles de años después, y tú y yo, hoy tenemos el beneficio de saber por qué la tumba estaba vacía. No tenemos que preguntarnos si el cuerpo de Jesús fue robado. Basados en la evidencia, podemos CREER y REGOCIJARNOS.

Pero también tenemos permiso de llorar nuestras pérdidas.

A través de los Evangelios, hay un profundo dolor no desinfectado — en la mesa, en el jardín, en la cruz, e incluso en la tumba.

Había tanta agonía, tanta tristeza, tantas razones que multiplicarían la incredulidad, la decepción y la incertidumbre.

Tantos momentos para que la gente que lo siguió de manera presencial, se pregunte, «¿Dónde está Dios? ”

Tantas razones para llorar.

Si te estás tambaleando ahora mismo – de las noticias, de tu propio dolor, de ambos – recuerda esto:

.- No eres menos fiel porque estás de duelo.

.- No eres menos espiritual porque estás llorando o enojado.

.- Hay un lugar en la historia del evangelio para tu dolor.

.- No eres menos creyente… en momentos en los que también eres entrenador.

“Vuelve tu mirada al trono de la gracia y de la misericordia y trae tu dolor junto con tu esperanza, por muy frágil que la esperanza se sienta ahora mismo”.

Tienes permitido llorar Y creer. Dios tiene espacio para ambos, de cierto de cierto te digo; “El Señor cambiará tu tristeza en gozo y tu llanto en alegría. El llanto durará toda la noche, pero la alegría vendrá a la mañana siguiente…¡si tu Señor vive, entonces no estás acabado, apenas estas comenzando, será una nueva historia con Él, solo escucha su voz y seca tus lágrimas y confía. “EL SEÑOR NO TE DEJA, SOLO TE LLAMA POR TU NOMBRE…”

¡¡¡Ah y el Señor sigue en el mismo lugar, desde donde vio a su hijo morir y levantarse…EL SEÑOR TU DIOS, SIGUE EN SU TRONO REINANDO, ¡ADÓRALO! Y NO TEMAS, VEN A SU PRESENCIA Y OYE SU VOZ AHORA, NO TENGAS MIEDO, NO VAS A PERECER Y NADA TE VA A FALTAR”. Bendiciones.

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