Por: GILBERTO GONZÁLEZ HERNÁNDEZ.
Si un esposo pierde a su esposa o una esposa pierde a su esposo se les llama viudos.
Si unos hijos pierden a sus padres, se les llama huérfanos.
Pero si unos padres pierden un hijo; “NO TIENE NOMBRE”.
Perder un hijo es la sensación más terrible que los padres pueden sentir y con la que tienen que sobrevivir y aprender a vivir. Quieres que sea una pesadilla y despertar.
A María la madre de Jesús le profetizaron y le dijeron. “UNA ESPADA TRASPASARÁ TU ALMA”. (S. Lucas 2:35)
Esa es la realidad con la que vive un padre o una madre que pierden un hijo/hija. Sientes una lanza atravesando tu alma.
Recuerdo haberle preguntado a Dios cuando mi hijo murió…¿Dónde estabas cuando mi hijo me lo mataban? Y El Señor me respondió; En el mismo lugar, desde donde yo vi, que mataban al mío. LO QUE YO HAGO, TU NO LO ENTIENDES AHORA, PERO LO COMPRENDERÁS DESPUÉS. (Esas palabras que Dios habló a mi vida, trajeron paz que sobrepasaron y han sobrepasado mi entendimiento)
Muchos me preguntan; ¿cómo superas la muerte de un hijo? Nunca lo superas, pero aprendes a vivir con ello. Solo tomados de la mano de Dios y con su gracia, su bálsamo y la fortaleza de Dios sobre tu vida, es que puedes seguir adelante.
HOY CELEBRAMOS LA VIDA DE DAVID MI HIJO. Un día como hoy, estuviera cumpliendo años. Pero estoy más que convencido y más que seguro, que su vida, la está celebrando en grande allá en el cielo. Lo que pueda imaginar, sé que es una sombra, de lo que realmente está viviendo con Dios.
En mi oficina tengo un mensaje que me dio Dios, unos días después de que mi hijo murió. Y es este;
RECUERDA…
Te prestaré por un poco de tiempo a uno de mis pequeños hijos, el buen Señor me dijo; para que lo ames el tiempo que contigo viva y lo llores cuando yo lo reciba.
No puedo prometerte que siempre lo tendrás, por que todo en la vida, al polvo volverá. Pero hay lecciones que quiero, que este mi hijo aprenda.
Mis ojos recorren la tierra, buscando para mi pequeño un hogar donde lo quieran, y de la multitud de personas del mundo, a ti yo te escogí, para que seas su maestro y lo enseñes a vivir.
Ahora le darás todo tu amor y no pienses que la tarea será improductiva, ni me odies cuando por él venga. RECUERDA QUE FUE PRESTADO, RECUERDA.
MI FAMILIA Y YO, SOMOS MÁS QUE AFORTUNADOS Y BENDECIDOS, DE TENER A ALGUIEN QUE NOS REPRESENTA EN EL CIELO CON DIOS.
Mis palabras son las palabras del Rey David. MI HIJO YA NO PUEDE VENIR A MI, MÁS YO PRONTO SUBIRÉ y ESTARÉ DE NUEVO CON EL.






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