Documental Político

Por: Emilio Trinidad Zaldivar.

Conocedor como pocos de los tiempos de la política, aunque con frecuencia se niega a aceptar la realidad de la misma, Andrés Manuel López Obrador entenderá que Claudia Sheinbaum Pardo será la única poseedora del mando, de la responsabilidad, del poder absoluto.

Habrá un antes y un después.

Cuando a la primera Presidenta se le coloque la banda presidencial y a partir de ahí se depositen sobre sus hombros el destino y rumbo de la nación, se inaugurará un nuevo estilo, una nueva forma de gobernar y hacer política, y cobrará nuevos bríos, nuevo impulso y ruta el significado del poder, y así, menudita como es y frágil como parece, se le verá y sentirá grande, firme y segura de sus decisiones.

Será generosa y muy agradecida con su antecesor, pero marcará un hito en nuestra nueva realidad y no habrá más que su toma de decisiones, con su muy particular estilo de gobernar.

Claudia Sheinbaum Pardo dijo desde su campaña que habría continuidad con cambio, un segundo piso de la llamada por ellos Cuarta Transformación pero con diferentes formas, matices y conceptos para ejercer el servicio público (sin ruptura pero con el sello de mujer), de alguien que se supo disciplinar, que se supo ganar la confianza de López Obrador, que entendió la lealtad y que se condujo con eficacia, habilidad y talento, para ganar la carrera a viejos, muy viejos lobos de mar como lo son Marcelo Ebrard, Ricardo Monreal y Adán Augusto López Hernández.

Sus anuncios de quienes la van a acompañar en la mayor aventura política a la que cualquiera quisiera aspirar, han dejado claro que habrá de privilegiarse la capacidad, preparación, conocimiento y experiencia en sus respectivas responsabilidades, dejando a un lado aquello de que «es mejor lealtad y supuesta honestidad», por encima de necesarios atributos para ejercer la administración pública, como deben ser el talento, la experiencia y la capacidad.

Con Claudia Sheinbaum Pardo al frente del Poder Ejecutivo, no habrá improvisación, no se darán más ocurrencias. Se acabarán las simulaciones y se le regresará el respeto a la investidura presidencial.

Los nombramientos hasta hoy expuestos de sus más cercanos colaboradores, han generado certidumbre, tranquilidad y confianza en los distintos sectores de la sociedad y del ámbito internacional, porque las Secretarías de Estado serán encabezadas por personas con oficio político y experiencia administrativa, con lo que se garantiza un arranque claro de hacia dónde se debe conducir el rumbo del país, para lograr mejores condiciones de vida, desarrollo y convivencia de una población azotada por la galopante inseguridad, y confrontada por la división de clases entre chairos y fifís.

Faltan nombramientos sumamente importantes en los que seguramente se seguirá viendo la mano de la Presidenta electa, que por encima de pactos, cuotas y cuates, está anteponiendo la urgente necesidad de dar mensajes de certeza y solidez para arrancar con los suyos, su equipo, quienes deberán probar que ella no se equivocó en darles tan altas responsabilidades, y sólo a ella deberán mostrar lealtad y resultados ante la alta expectativa que la doctora Sheinbaum Pardo ha venido generando.

México estará atento para que se ganen el respeto, aplauso y reconocimiento ante el obligado éxito, o el repudio y rechazo generalizado ante el fracaso, el abuso y el engaño, que todos deseamos y esperamos no suceda.

Al país le urge unidad, armonía, equilibrio, paz, hermandad, solidaridad, tranquilidad y solidez.

Estaremos expectantes y confiados en que la capacidad, sensatez, sencillez y humildad de la Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, puedan sobresalir y consolidar el tan anhelado progreso y desarrollo que por décadas y por malos gobiernos se nos ha negado.

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