Por: José Luis Camacho Acevedo.
El senador electo Gerardo Fernández Noroña, o simplemente Noroña para las galerías, reclama ser el coordinador de la bancada de Morena en la cámara de senadores porque en la encuesta de Morena que ganara Claudia Sheinbaum para convertirse, primero en candidata presidencial y luego candidata ganadora y próxima presidenta de México, quedó arriba de Adán Augusto López y por un “acuerdo” que existía y que lo ubicaba automáticamente en el cargo político que reclama.
A Noroña se le olvida que está metido en el juego de la política. Y que como lo señala la historia de los acuerdos políticos en México, son tratos que casi siempre son para no cumplirse.
El presidente López Obrador, con la habilidad que lo caracteriza, le espetó a Noroña que el asunto es competencia de los dirigentes de Morena y que él no tenía vela en el entierro.
Dice Animal Político:
“El presidente Andrés Manuel López Obrador le aclaró a Gerardo Fernández Noroña que en el acuerdo sobre asignaciones de cargos derivado de la contienda interna de Morena y aliados para definir la candidatura presidencial, solo se tomó en cuenta a militantes y dirigentes del partido oficialista.”
¡Sopas¡
La verdad es que políticamente Noroña es un personaje muy menor comparado con la gran estatura que ha alcanzado Claudia Sheinbaum.
Hasta en la política hay niveles.
La pretensión de Noroña de ninguna manera tiene la calidad de ser un reto para la virtual presidenta electa.
Es el pataleo de un personaje que tuvo un protagonismo mínimo en la campaña de la ahora virtual presidenta de México. Y “el caso Noroña” no es un tema relevante a causa de su agónico pataleo. Lo que importa es que no estorbe cuando hoy se anunciará otro paquete de los que serán secretarios de estado en el gobierno que viene.
¡Mídete Noroña¡





