Por: Mary Sandoval.
Sin lugar a dudas, la elección presidencial celebrada el pasado 02 de junio, fue muy desconcertante; al mismo tiempo, fue la crónica de una elección de Estado anunciada, así como del hundimiento cada vez más evidente de la oposición.
La selección del candidato presidencial del oficialismo comenzó en julio del 2021, con el famoso destape de las corcholatas, que así los llamó López Obrador a los aspirantes. De sobra, sabemos que esto fue un acto de ilegalidad; la Alianza Va por México (qué después se llamó Fuerza y Corazón por México), hiciera lo propio, también de manera ilegal; aunque, en el proceso de selección del candidato, se le hizo caso al titular del Ejecutivo, en mi opinión.
Si bien, Xóchitl Gálvez puede dar la sorpresa para el 2024, aún le falta la experiencia y madurez política para que sea presidente de la República. Ése es el peligro de apostarle a una persona, a las emociones y a las dádivas, y no a las ideas y el razonamiento. (…). La campaña de Xóchitl y de la oposición, sólo se ha dedicado a responder con comicidad, ingenio, victimismo, emociones y actitudes “teatrales” (eso sí, procurando que se vean “naturales”). No vemos propuestas serias, y lo que es peor, sólo apuestan al emocionalismo y al mantenimiento de las dádivas. (2024: ¿La elección emocionista?, Diario Noticias Web, 07 de agosto del 2023). Debo confesar que esto que escribí en agosto del 2023, fue una radiografía de cómo se eligió al candidato presidencial de la Alianza Va por México para las elecciones del 02 de junio pasado. Desafortunadamente, la inexperiencia política de Xóchitl Gálvez, aunado a la falta de apoyo hacia su campaña y la intromisión de la sociedad civil para participar en el proceso de selección, le restaron fuerza y al mismo tiempo, le dieron el triunfo a Claudia Sheinbaum Pardo.
Una cosa más, en lo único que es histórica esta elección presidencial, es que será la primera vez que una mujer sea presidente de la República. Para la gran mayoría de las mujeres, es un logro más en la lucha que se ha tenido para defender nuestros derechos, y eso es un motivo de orgullo; para otros, no lo es, porque si bien, es cierto que una mujer gobernará México y eso es bueno, eso no garantiza que se pueda gobernar bien o no; eso se verá en las acciones y en forma en como conduce el destino del país.
Conclusiones:
El triunfo de la candidata del oficialismo Claudia Sheinbaum y la derrota de la candidata de la oposición Xóchitl Gálvez Ruiz, independientemente de las dádivas y otros factores, lo que pesó más sin duda, fueron las emociones, y no la esperanza de un cambio en el país para el bienestar de todos.
Diego Fernández de Cevallos, en su columna titulada “La disyuntiva que veo” publicada en Milenio el 03 de junio pasado, afirma lo siguiente: “Desgraciadamente, la próxima presidenta recibirá un México polarizado y enconado, empobrecido, violento, entregado a los criminales, con instituciones agredidas y debilitadas, con un rezago suicida en educación, con pésimos servicios en salud, y sin recursos para atender las crecientes necesidades en esos servicios y en energía eléctrica; agua para la población, el campo y la Industria; y obras de infraestructura indispensables para la vida y el desarrollo del país; por si fuera poco, la matanza de seres humanos continuará por tiempo indefinido”. Sin duda, Sheinbaum tiene un reto enorme qué cumplir; en primer lugar, deberá demostrar que las mujeres también somos capaces de conducir los destinos del país; en segundo, que aplique sus propias políticas públicas en los diferentes sectores, aunque eso es un sueño guajiro, porque sólo hará una calca del gobierno actual de Andrés Manuel López Obrador. Y en tercer lugar, deberá quitarse de encima ese lastre de Amlo si quiere Claudia pasar a la historia como la mejor presidente.
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